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Akiane Kramarik

«Enseño y ellos escapan. 
Escucho y ellos acuden. 
Mi fuerza es mi silencio». 
Akiane

Akiane Kramarik nació  el 9 de julio de 1994 en Mount Morris, Illinois. Diseña con precisión real desde los 5 años de edad,
Las visiones que ella llama "inspiracion divina" comienzan cuando tenía apenas 4 años. Son esas visiones y conversaciones con Dios las que la conducen a su arte. Akiane dice que conoció a Dios a esa tierna edad, y que su arte se inspira en las visiones que Dios dispone en sus sueños. ”Me dijo: ‘Tienes que hacer esto, y yo te ayudaré”. "Le dije: ‘Sí, lo haré. “
Se levanta a las 5 de la madrugada diariamente para orar y empezar a pintar, Akiane afirma “Todas las mañanas y todas las noches, converso con Dios. Es como si fuese una voz en mi mente Conversando conmigo”. 

Pero  todo empezó cuando sólo tenía cuatro años . Hija de un matrimonio entre un norteamericano y una lituana residentes en Idaho, la pequeña Akiane, una niña rubia de profundos ojos azules, comenzó a dibujar aquellas cosas que soñaba mostrando un alto grado de habilidad técnica en la elaboración de sus dibujos de un realismo sorprendente.  Sus padres, que no le habían dado ninguna educación religiosa, percibieron el impresionante talento de la pequeña. Ella percibía que sus pinturas procedían del mismo corazón de Dios. «Hablaba con Dios cada noche, y luego podía sentir su inspiración al pintar».

Así que desde muy pequeña lo tuvo claro: necesitaba pintar para contar algo a todos. «Quiero que todos sepan cómo es Dios, tan grande, tan maravilloso como yo lo percibo», argumenta al explicar la temática espiritual de muchos de sus trabajos. Uno de los más conocidos se trata del retrato de Cristo, que tituló «El príncipe de la paz», creado a la edad de ocho años.

En su sitio web ella explica cómo se creó el cuadro:

"Era el momento escogido por Dios", explicó. "Había estado buscando un modelo de Jesús durante dos años, y no podía encontrar el rostro correcto. Entonces un día pedí a mi familia que rezara por mí todo el día. Pedimos a Dios que enviara el modelo justo por nuestra puerta principal. Al día siguiente vino un carpintero alto. Era tan humilde, y me sorprendió que quisiera posar para mí. Pero una semana después me llamó para decirme que él no era digno para representar a su maestro.
Volvimos todos a rezar juntos, y unos pocos días después, nos volvió a llamar para decirnos que Dios quería que lo hiciera, pero que tenía que cortarse el pelo y la barba en tres días. Así que hicimos unas fotos y yo estudié su rostro durante un largo rato. Después de decenas de bosquejos, comencé a pintar. Me llevó 40 horas terminar mi primer cuadro de Jesús, el 'Príncipe de la Paz', y recuerdo que perdí cuatro dientes durante ese período".

Akiane describe su proceso de pintado de esta manera: “Yo rezo y espero una respuesta en imágenes, palabras o ideas." Curiosamente, su preocupación por las personas y sus emociones se refleja en el hecho de que a ella le gusta pintar más rostros. Akiane siempre ha sido inusualmente sensible a los estados de ánimo de quienes la rodean. "Me gusta mucho trabajar por mi cuenta sin ningún tipo de distracciones, aprendiendo de mis propios errores." Todas sus pinturas tienen un significado único detrás de ellos., en otras palabras, Dios es su maestro.Akiane dice: “Soy autodidacta. Aunque aprendí a dibujar y pintar a través de  mis estudios y de la observación, principalmente me enseñó Dios."

Entre sus virtudes expresivas se encuentra la transmisión precisa de las miradas, llenas de contenido y profundidad. Los retratos de niños, personas de otras culturas, o su misma familia, reflejan una intención conciliadora. «Creo que mi arte puede llegar a muchas personas y hacerlas pensar en la paz, el amor de Dios es para todos».

Esta «niña prodigio», como la han definido en distintos medios, no va al colegio, sino que su educación se forja en casa, con el método de «homeschooling», lo que le deja más tiempo para pintar y escribir poesía, pues también es una poetisa prodigio. De su producción escrita ya ha publicado dos libros. Entre sus aficiones está también tocar el piano, la lectura y el baile.

Gracias a su talento y testimonio, toda su familia se acercó a la fe en Dios. Ella considera que «la fe es lo más importante; sin fe nadie puede comunicarse con Dios». Así que su arte tiene el propósito de que «todos amen a Dios y lo conozcan como he llegado a conocerlo».






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